lunes, 26 de abril de 2010

Escrito con la sangre de mi boca II

173

(bis de los poemas 104 y 106, con la merecida puesta en su lugar de la expresión “erotismo anal” acuñada por Lou Andreas Salomé a instancias de Freud. Y esto estaría fechado en los años ochenta, también del pasado siglo, siglo al que no le cupo la decencia de contemplarme publicada. Siglo, eso sí, eróticoanalizado a tope, más por ano que por análisis)


Menstruación:
Mal tuberculoso.
Menstruación oral.
Muchos dirán
“¡Monstruoso!”
Pues sí.
Como “erotismo anal”.

Mas no tanto,
si soy “lo tuberculoso”,
dice el Verso o la Mujer.
La palabra que revienta
las venas de los pulmones
de quien la grita o la lanza,
no puede ser monstruosa
como esa práctica
que hace pasar por el ano
lo más limpio que tenemos
si hablamos de sentimientos.
Aunque ¿hace falta sentir,
si es que hablamos por el ano
o los deseos anales?,
se preguntan los eróticos.
Deseos que cada cual satisface como puede,
si es que los satisface.

Pero si no hace falta sentir
cuando de satisfacciones
más o menos suculentas
para los capacitados
de mezclar así conceptos:
cara y ano,
esfínteres y vaginas;
sí hace falta razonar
sobre aquellos pensamientos
que sacaron de Sodoma
y a implantar
por esa siniestra fuerza
del sinuoso poder científico social,
en la erótica femenina
algo tan ajeno a ella.
Esa siniestra fuerza,
tantas veces vaciedad mental
a rellenarse las tesis
a fuerza de masturbarse
ya que no de pensárselo o currárselo,
tiene la propiedad prodigiosa
de alimentarse de inadvertidos espíritus
que “sodomiza”, por ahí empieza,
a sus tesis……

Erotismo anal.
Si estáis de acuerdo con esto
aplicado a la mujer.
Nada os tengo que decir.
Mi palabra os sobrará,
como me sobra,
¡y a mí mucho más!,
lo vuestro.

Menstruación oral
¿Monstruoso?
¿De qué?
Así menstrúo: así hablo.
Mi ser mujer que me sale por la boca
como coágulo que tapona
la puñalada trapera
de tanto oír lo que oigo,
ver lo que veo;
que doy el alma pensando
por palabras en oficio de escribir
arando cuartillas hojas,
trabajo peor, pues ni pagado,
que el de sol a sol de los campos,
mi campo: el de concentración,
trabajo esclavo,
sin remuneración, recompensa.
Arando cuartillas hojas.
Arando y no corrompiendo
desde cátedra intocable
licencia para acuñar
expresiones despreciables,
corrientes de pensamiento indecente
o delincuente.

Como de los cargos políticos se logra,
aunque sea a inútil fuerza de urnas
que cambian criminales por otros,
cargos científicos y artísticos
no debieran ser vitalicios,
aunque fuese sustituir unos criminales por otros,
dado que una vez cayeron en gracia,
o alguien enchufó
con su miguelangélico dedo de dios
-no todo sería Nepote- al cargo.
Que no sólo el militar ejerce por fuerza algo,
violentarnos al sistema establecido de cosas
por la autoridad de sus revólveres bombas;
ciencia y arte no elegidos, igual,
si ni libremente criticados
por aquellos a quienes van remitidos.
Ellos tan tiranos fascistas, ¡o más!,
que aquel que puede pasarte por las armas,
y te pasa, sin juicio ni defensa.

“Erotismo anal”
Dicen que fue Lou Andreas Salomé,
sodomizada por Freud,
¿para que a su vez ella sodomizase a Rilke
hasta su inane muerte por la espina de una rosa?,
la inventora de la frase.
Entonces ¿cuál éxito para la misma,
la tristísima expresión de Lou,
que nada se le pegó de sus diversos amantes
a los que jodiese la vida
tras ser aleccionada o discipulada por Freud,
sin Freud y el psicoanálisis?
A una pobrecita mujer sin identidad,
buscándola a través de una cadena de amantes,
debe la penelatría
expresión inapreciable,
que, llamada despreciable por mí,
es devolverla al lugar que le corresponde:
aquel del que no debió salir,
mente deforme de Freud
y todo lo psicosocialsexual desde entonces
definitivamente podrido o perdido
… en esas masturbaciones
a pasar por “arte” o “ciencia”,
miguelangélico dedo de dios ahí apuntalándoles
sin que ni Satanás les remueva del sitio.

jueves, 1 de abril de 2010

Te Deum

172

(bis del poema homónimo 103)

Te Deum laudamus
........
Tú para librar al hombre
te hiciste hombre
¿
No desdeñaste encarnar
en el vientre de una Virgen
¿

Yo tampoco lo hubiese desdeñau,
si esa Virgen hubiese sido
como la “mamá” de Rousseau
“mamá de Warens”.

Tú para librar al hombre te hiciste hombre.
¿En quién debiste encarnar para librar a la mujer?
¿O a la mujer no hacía falta que nadie la librase?
Ella solita. Cada una de ellas un Cristo,
un ECCEHOMOSEXUAL hasta de heterosexual a la fuerza;
ni de heteros disfrutaron las pobrecitas.
De haberlas dejado vivir mental físicamente
para poder consultarlas,
ni la única y obligatoria opción a elegir les hubiese resultado agradable;
así pues, en ellas se omitió la consulta.

¿En quién se debe encarnar?
¿De qué se debe nacer para redimir a la mujer?
Para redimirla de toda la indignidad
la suciedad sexual y criminal de todo orden
que fueron forzadas a lavar con sus propias vísceras,
maldad y violencia sobre la carne de ellas
nacida para el sacrifico,
filtrándose, depurándose
siglo tras siglo...
Sólo se puede nacer de exterminadora de esta sucia especie
para redimirle a la condición Mujer la indignidad.
Ese valor Mujer sabe que no hay otra Redención posible.
Sólo la Justicia más descarnada y total,
el talión de Moisés actuando desde la Némesis más victoriosa:
El exterminio del gº masculino de esta especie
y sin esperar a que el Más Allá lo actúe,
también adelantarle nosotras esa tarea.
Que todo se lo dio hecho o masticado de su sacrificio de su esfuerzo
el género femenino al enfermo tarado y torpe macho
y no sólo en este mundo
sino hasta en el venidero.
También de nosotras o en nosotras, o sobre,
los cimientos de esa Otra Vida,
¡las raíces y las copas y la flora y la fructificación
de todas las vidas!
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