sábado, 27 de febrero de 2010

Qué solos se quedan los vivos

34

(Al ritmo de Bécquer)
“Qué solos se quedan los muertos”


No hay soledad como en la que astuta
mente
dejan estas reses
a los pocos vivos.
No hay soledad como la que siente,
es la que sentimos,
aquel que en su pura
misión sin amigos
es un aherrojado
en el sacrificio
de ser fiel al hombre
que lleva consigo

…Esta soledad.
No hay nadie contigo.
Hasta Cristo es
o todos los Cristos,
hombres solitarios
que también han sido,
la piedra vacía,
que los anodinos
en templos sepulcros
los han convertido.
Qué solos estamos,
y sin Dios, los vivos.

Los muertos no sienten,
los muertos no sufren.
Ya en el sepulcro
horas biológicas,
o en su contrapartida,
que son las más largas,
en las necromorfas,
en que definitivamente
desaparecen, pudren
….los muertos no sufren.

No padecen esta soledad,
y sin lenitivos,
en que estamos,
y sin Dios, los vivos.

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