(Prácticas verdaderas del misógino Blake con la pequeña putita domiciliaria que llaman esposa. Esto es la poesía de altura internacional, enemigos míos)
El poeta exigía de su esposa,
la esposa no oprimida se lo daba,
solicitaba: obtenía,
obediencia de consorte anonadada
donde uno vivía y la otra posaba,
pasease desnuda entre las flores;
parase ante las rosas de su invernadero,
como una flor más, cultivo inteligente,
pudiente, refinamiento caprichoso
voluntarioso petulante, puente,
que así a la cursi prosa llama verso.
Mientras él, un dios sedente,
la espalda en erección,
barbilla en mano,
contempla con buen ojo de pintor,
cerrando abriéndolo,
la cabeza moviendo suavemente
desaprobando, captando o admitiendo
....¡aspirando!, ¡qué bien!,
perfumes todos
que la suerte le da
para que apure,
se los beba,
brindando,
por los que ni éste,
¡desde luego que ni éste!
mas tampoco ningún otro
por declinar la regla
que hace grande a los grandes:
humillar a los pequeños,
¿y cuáles más que cretinas anodadas?;
por los que ni éste
....ni otro brindis cualquiera.
Ningún otro éxito
si careciste de invernaderos, posibles,
donde humillar a cretinas anonadadas,
esposas o putas
y así tu obra inmortal.
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