sábado, 13 de marzo de 2010

Un 19 de diciembre (1970 año) en su médula espinal

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(Ser homosexual en los años 60, 70 y después, esto significaba; y aquí, así, está mi vida dando testimonio. Quizá los mejores versos escritos en esta lengua. Aquí. No premionobeleada, ni Adonais, ni Nacional de las letras, ni Cervantes, ni Príncipe de Asturias. Aquí. Eso sigue significando ser homosexual, a más chistes de Antonios Galas y Terenxi Moix, panfletos de aspirantes a sociedades civilizadas que exhibir)


¡Cerebro, Oh Cerebro!
¿No sabes que por amar
eres enfermo
y peligro social?
Oh Cerebro

Oh Cerebro
¿No sabes que por amar
puedes correr el riesgo
de que te quiten la poca libertad
que aún te queda,
esa la de dejar tus lágrimas corriendo,
grifo que, con la tinta,
sobre el papel se enfoca
para que los demás rían?
¿No lo sabías, Oh Cerebro?

Hasta esa poca libertad pueden quitarte,
Oh Cerebro,
y encerrarte,
como si no lo estuvieras ya bastante
entre las cuatro paredes de tu cráneo
entre las cuatro paredes de tu cuarto
entre las cuatro sucias cochambrosas paredes-
dimensiones de este puerco mundo
¡que dice “Relativo” de sí!
según la física,
pero no hay más “relatividades”
sociales psicológicas
para ti Cerebro.

¿No sabes Oh Cerebro –limosna halla-
que a cambio de tu eterno agradecimiento de enfermo,
en las sociedades o países más generosos
el óbolo te dan de la misericordia
con tal de no tomarse más molestia
que reírse de ti transigiendo contigo,
pobre loco, pobre deforme,
pues les recompensa más divertirse
a expensas de tu existencia, tu dignidad,
que considerarte reo de justicia?

Oh Cerebro.
Tú culpable de ser tú mismo;
y de Amar.....
Cerebro mudo.

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